
Poro Poro esta ubicado debajo de un cerro de grandes piedras bien colocadas, por encima de un río que servía de alimento y riego para la población, “su altura es de 3,000 msnm. Abarcando un perímetro de 30 km². Encerrándose tres edificaciones monumentales, en uno de cuyos costados se abre el referido canal subterráneo, muy bien hecho, cuya finalidad, dice Alva, es litúrgica, y frente al cual hay un muro ciclópeo de filiación Chavín. Las gigantescas piedras han sido trabajadas por canteros que las llevaban hasta alturas inverosímiles. La cerámica encontrada allí es similar, repetimos, a las halladas en otros lugares de Cajamarca, destacándose los utensilios muy costosos como una especie de “abanico de turquesas””[2]. Vestigios de esta gran civilización tenemos “el Molino” una piedra rectangular con un orificio en el centro, que está conectado con un canal de piedra que no se sabe donde está su punto final o a donde está conectado. De acuerdo a la leyenda, este molino servía para moler la menestra y por el canal era trasladado a un almacén. “La grada” como su nombre lo indica, son gradas de piedra tallada, “el mirador” en donde se observa pequeños recipientes circulares tallados en piedra, que según la tradición; “estos eran llenados con agua y en ellos se observa los cambios de la luna, los eclipses o cualquier cambio en el firmamento” en estos días, si llenamos las tinajas con agua podemos observar el cielo con el sol resplandeciente y las nubes que parecen correr tal cual chasqui mensajero, es asombroso vivir esta experiencia que llena de emoción que al mirarse como en un espejo, te volteas y miras al inca que te sonríe de ver tu asombro ante su magnífica obra de arte. “El Púlpito”, una piedra enorme que al mirar de un lado parece una roca olvidada y sin ninguna importancia, por su forma parece dar la espalda al viajero que desconoce su misterio. Al dar la vuelta te encuentras con una roca bien arreglada, tal cual señorita, que con un guiño y una sonrisa te da la bienvenida a este lugar sagrado. Está formada por tres plataformas en forma gradual desde la más ancha a la más angosta. Por su forma de tres escalinatas parece al tabernáculo que el antiguo Israel construyo[3], tres plataformas que eran utilizadas para sus rituales sagrados, pero que en estos días este lugar, por sus visitantes es profanado, lo han convertido en escenario y testigo de declaraciones de amor, promesas incumplidas, hasta convertirlo en escenario de chistes aun mofándose de quienes lo consagraron. Las “pinturas en piedra” una pieza clave que sirvió para los estudios de los investigadores, que la furia de la naturaleza o tal ves castigo divino a tan vil idolatría, un rayo como quien descarga su furia en una inocente criatura, cayó sobre la roca y partió en mil pedazos al testigo de tan grande imperio, o tal vez como por imaginación yo diría: “el inca se avergüenza de la bajeza que a su heredad lo han destruido y para no ver el triste fin de lo poco que aún queda, prefirió implorar a su deidad para que junto con su imperio su retrato fuera destruido”. Para los más ancianos, habitantes de Poro Poro, este lugar es “una ciudad perdida en el olvido” pues ellos aseguran que debajo del hoy caserío Poro Poro, se encuentra la ciudad inca. Ciudad sepultada junto con sus tesoros y misterios. Hay pocas investigaciones sobre el particular, por lo que preferimos guardar la leyenda de los antepasados cercanos, como una verdad que a los visitantes cautiva y que invito a los arqueólogos e historiadores hacer su parte para juntos construir lo que el inca estando vivo nos los quisiera contar.
Para entender mejor el nombre de Udima, hacemos un estudio del contexto del periodo formativo para llegar a una conclusión. Partimos de la premisa que durante el reinado del imperio inca tenemos vestigios de vida en este lugar, prueba de ello, están las ruinas de Poro Poro, de esto nadie puede objetar. No sabemos a ciencia cierta como este pueblo llegó a su fin o quizá el paso de una civilización a otra. Es sabido que el inca Atahualpa tuvo su último trono en Cajamarca, es de allí, en donde fue tomado prisionero y luego ejecutado. Cuando el conquistador tomó el imperio lo entregó a Melchor Verdugo, el cual percibía el tributo de los indígenas, tornándose posteriormente en los principales exploradores de los indios. No tenemos registro por lo que deducimos que los colonizadores llegaron a tierra Udimeña a partir del año 1600. Por estos años Udima era una zona poco poblada con grandes bosques de árboles y escasa comunicación con otros pueblos. Mi postulado es que en ese tiempo en Udima había una pequeña tribu[4] comandada por un tal Urimac, el colono sometió a su servicio a esta pequeña población y en honor a su líder le puso el nombre de Udima, como se lo conoce actualmente.
Por la fertilidad de su tierra, prodigiosamente bendecida con agua, irrigando desde la jalca hasta la cuenca del Río Zaña, Udima se tornó en tierra deseable para los terratenientes que para el año 1666 ya tenía dueño, a don: Bartolomé Sánchez de los Ríos[5]. Después de un nuevo silencio los registros nos indican que los nuevos dueños de la hacienda Udima era el Español Lorenzo Iglesias Espinach[6] posiblemente se cursaría el año 1860. Posteriormente en noviembre de 1881 ya se menciona como dueño de la hacienda Udima al hijo de Lorenzo Iglesias y Rosa Pino de Arce, al general Miguel Iglesias[7] que posteriormente sería nombrado Presidente de la República del Perú, durante la guerra con Chile.
Durante las primeras décadas de este siglo tenía una economía básicamente agrícola, de carácter semifeudal, orientado al cultivo de pan llevar para el consumo local y el abastecimiento de los hacendados y capataces. El desarrollo de las fuerzas productivas en el agro de la zona eran relativamente atrasadas, lo cual se expresaba en el uso de herramientas rudimentarias (la pala, el yugo, arado de madera, etc.), por la falta de empleo de abonos e insecticidas, se utilizaba el guano de oveja y ceniza; la ausencia de sistemas de mejoramiento de semillas y la casi inexistencia de vías de comunicación que obligaba a utilizar el sistema de arrieraje. El régimen de propiedad de la tierra existente en esos años, y que perduró por varios años, se caracterizaba por la gran concentración latifundista, la hacienda tenía dueño y no habían tierras libres. En la hacienda, la principal forma de explotación servil de la mano de obra campesina era el colonato: el trabajo, a cambio de un pago muy efímero y escasa alimentación. A cambio, el campesino estaba obligado a retribuir con una serie de obligaciones gratuitas (majada, arrieraje, faena, etc.). El campesino carente de tierras necesarias para la familia, se veía obligado a brindar su trabajo en la hacienda a través de contratos de arrendamiento o aparcería, encontrándose sujeto a la autoridad de los hacendados. No obstante, es necesario puntualizar que debido a la escasa población en esos años y a la existencia de grandes extensiones de tierras areaseas en las haciendas, este tipo de campesino tenía cierta posibilidad de movilizarse[8].
A partir de 1917 las cosas empezaron a cambiar en la hacienda Udima, con el ingreso de nuevas capitales y una nueva orientación de la administración. Udima gana un puesto en las grandes ciudades por la fabricación de queso, la cría de ganado (vacuno, ovino y porcino), productor de madera y una variedad de alimentos. Como no había mucha población para el trabajo, se recibía a personas que venían de distintos lugares en busca de tierras y un puesto de trabajo para vivir. As si se que poblando las tierras que a su ves se habrían paso por los bosques grandes y pequeños de los que hoy sólo quedan los vestigios. No contaba con medios de transporte y la carga se hacía a lomo de caballo, burro y mula, y en muchas de las veces a hombro humano. Posteriormente se construyó la trocha carrosable que lo uniría con la hacienda Monteseco y Chiclayo.
Posteriormente Udima pasó a otro dueño, siendo ahora la familia “viuda de Piedra e Hijos”, a partir de 1920 aproximadamente. De los que vivieron durante el periodo de la hacienda quedan muy pocas personas, pero que recuerdan con nostalgia, la enorme riqueza que ésta poseía, “Udima tenía 145 mil hectáreas en su mayoría pastizales donde cabía mas de 10 mil vacunos y miles de lanares y porcinos (viuda de Piedra e Hijos SA) por los años de 1960 eran los segundos terratenientes del país”[9] el apogeo se mantuvo cuando era hacienda, pero con el paso de hacienda a Cooperativa vine la declive de lo que tratamos de reproducir a continuación.
El adelanto de los medios, que con el tiempo, en ves de progresar se fueron deteriorando. Bien podemos decir “una ciudad perdida en el olvido” que estando ubicada lejos de las grandes ciudades, Udima contaba con teléfono alambrico que servía para comunicarse de la casa hacienda con los anexos donde estaban las invernas, contaba con energía eléctrica producida con la caída del agua muy bien acondicionada, había una fábrica de queso Suizo y palmesano, un aserradero y un horno de fundición de fierro. En cuanto a la infraestructura contaba con una hermosa mansión de forma rectangular con un hermoso jardín en el centro, en esta casa estaban las oficinas de los administradores, alrededor de la casa hacienda estaban las casas de los hacendados, de los capataces y algún otro que el patrón decidía, a sí como las Fábricas y el aserradero, había un puesto de la Guardia Civil hoy PNP. Una pequeña escuela, la iglesia católica; la más lata de todas las construcciones que servía de orgullo de los pobladores, esta pequeña ciudad contaba con todas las comodidades que cualquier ciudad bien constituida tenía.
Al conversar los más ancianos sobre mi proyecto de escribir la historia de Udima, les parecía como una utopía que alguien pudiera escribir algo sobre esta tierra olvidada por las autoridades y muchos de sus hijos que emigraron a la costa en busca de una mejor vida. Prefiero no mencionar los nombres de estos valientes hombres, que tal cual un tronco de sigues[10] maltratado por las inclemencias del tiempo, pero que conserva un corazón fuerte y se aferra a cumplir con su deber que un día su dueño en el cerco le encomendó. Al preguntarle ¿qué podría comentar de la hacienda Udima? Una gota gruesa surca las mejillas bien marcadas por las arrugas, como que se hace un nudo en la garganta y entre sollozos exclama: “Udima, una ciudad perdida en el olvido”, lamentablemente es verdad. en la actualidad sólo queda la casa hacienda, que se cae por pedazos mientras los aguaciles se pelean por poseerla. Nada de las fábricas de queso, nada del aserradero, sólo la casa donde se hacía la fundición de fierros, sólo la tubería por donde bajaba el agua para el motor. Pero si queda en los ancianos los gratos recuerdos de la bella ciudadela que el hacendado construyo a base de la fuerza y mano campesina, recuerdos que si no se redactan los jóvenes de hoy y los niños del mañana no conocerán y que tal vez ignoren el pasado glorioso de la bella tierra que los vio nacer, recuerdos que a mas de un udimeño, le arranca lágrimas de lo más profundo de su ser, recuerdos que tal cual profeta retroceder el tiempo pudiera. Respirar el aire fresco y limpio, alegrar los ojos con una ciudad pequeña, limpia y ordenada; on jardines al frente, al capataz montado en su caballo con soga en mano, al hacendado con traje oscuro con su folder en mano; al campesino con poncho al hombro, machete en la cintura y palana en mano se dirige a su centro de trabajo. Cantando una canción que con las aves hace trío, que al rebuznar el burro y el perro ladra, anunciando la llegada de su amo. Ha llegado la quincena y es hora de recibir el rancho par la quincena, espera su turno en una larga cola, conversan del ganado, de la inverna o de los nuevos toros que los patrones han traído. Ha su turno, llena su alforja, se despide y camina rumbo a casa, donde lo esperan los suyos con la alegría que trae pan, azúcar y arroz. Ni que decir de la fiesta del pueblo (27 al 30 de Julio), el cura ha llegado, la fiesta ha empezado, es hora de confesarse, un poco de agua bendita[11], a alentar a sus equipos preferidos, esperar el 30 para el paseo de caballos y la corrida te toros y en la noche el baile popular en la plaza de armas, un poco de cañazo, un poco de cerveza; ¡viva la fiesta!, ¡viva Udima!, ¡viva el Perú…!
[2] Ibid.
[3] El santuario que Construyo Moisés, tenía tres compartimientos: “el atrio” a donde llegaba el israelita con su ofrenda, el “lugar santo” donde entraba el sacerdote y rociaba la sangre del cordero, y “el lugar Santísimo” donde ingresaba el sacerdote una ves al año. Ver Éxodo capítulos 36 al 40.
[4] Los restos dela cultura Chavimoide lo encontramos en las ruinas de Poro Poro, por lo que deducimos que los últimos pobladores fueron colonizados por los colonos que llegaron a esta zona en busca de tierras que iban ensanchando sus fundos.
[6] es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Iglesias - 44k
[8] ESLAVA ARANO, José. "Perulac: Sus influencias socio-económicas en la provincia de Cajamarca". Ed. DEIS, 1973, mimeo, pp. 22-26-65-67.
[10] Un árbol que crese en Udima y se utiliza como poste en los cercos, es una de las mejores maderas, cuando esta maduro su duración puede durar más de 50 años cumpliendo su deber.
[11] Agua almacenada en cilindros, que el cura lo bendice y lo reparte por botellas a los que lo solicitan y es utilizado para la dedicación de niños, para la bendición de casas, para el día de los muertos, etc.
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