Primer
Día de Clase.
Retornaba al colegio después de cuatro meses, que
emoción encontrarnos con nuestros amigos y compañeros de aula. El domingo fui a
Arístides un amigo mucho mayor que Yo, para que me cortara el cabello, le pedí
que lo hiciera pensando que me encontraría con varias amigas y tal vez una de
ellas sería la afortunada para declararle mi amor, Arístides no dudo en
recomendarme que cambiara de peinado, tal vez una raya al centro me dijo. Antes
de eso, mi peinado consistía en peinar mi cabello para abajo y nada más,
entonces con el nuevo corte y el nuevo peinado tendría mucho jale. Parece que
el pronóstico del peluquero se haría realidad, cuando llegue al colegio me
encontré con Sandra, una compañera de aula, la que se quedó observándome… ¡Que
guapo! Exclamo, te queda muy bien tu peinado, me dijo. Muchas gracias le dije,
nos saludamos con un abrazo y nos sentamos a conversar mientras esperábamos que
suene el silbato para la formación. Hablamos de cómo habíamos pasado las
vacaciones, ella me dijo que había viajado a Chiclayo y otras ciudades, que
había conocido amigos y que había disfrutado mucho, pero que extrañaba a sus
amigos y compañeros de aula. Por mi parte no había viajado a ningún lugar fuera
de mi pueblo y que más bien lo había pasado trabajando en la chacra y también
esperaba ansioso que llegara el inicio de las clases.
Ese día marco
el inicio de una amistad muy especial entre Sandra y Yo, en la hora de recreo
nos buscábamos para conversar, debajo de un árbol de pino que había en la escuela,
mirando la parte alta de la pequeña ciudad, un día, el siguiente día, el
siguiente y muchos más, hasta que con la finalidad de construir más aulas
cortaron el árbol de pino, testigo de muchas pláticas, susurros al oído,
apretón de manos… etc. Ahora buscamos otro lugar que sería una esquina del
pequeño patio de la escuela en la que jugaban los alumnos de todas las aulas,
cada uno con su respectiva pelota, aunque jugaban todos en la misma cancha y a
la misma hora a la vez. Allí sentados mirando a los compañeros como gastaban
sus energías corriendo cada cual tras una pelota hasta que suene una vez más el
silbato o la orden de “se acabó el recreo” y todos corríamos a nuestra aula con
el deseo de que el día siguiente nos volveríamos a encontrar.
Tuvimos muchas conversaciones, hablamos de muchas
cosas, nos hicimos muchas preguntas, nos contamos anécdotas y todo lo que
podíamos, pero nuca pude decirle lo que mi corazón sentía en silencio. Un día el
profesor nos dijo que teníamos salir a las chacras de los vecinos para traer
paja, esto servía para fabricar los adobes utilizados en vez de ladrillos para
la construcción. Después de llenar cada uno los dos costales de paja iniciamos
camino de regreso al Centro Educativo, como buen caballero me ofrecí ayudar un
costal a Sandra, la que accedió gustosamente; con un grupo de compañeros nos
quedamos al final de toda la comitiva, Yo pensé que era la oportunidad para
decirle a Sandra todo lo que estaba sintiendo en mi corazón, trate de caminar
muy lento con la finalidad de separarnos un poco del grupo y así quedar a solas
para poder expresar mis sentimientos, cuando estaba por hablar me sentía sin
fuerzas y no podía decir palabra alguna, lo intente una y otra vez pero los
nervios y lo tímido que era no me permitían expresarme. Como el lugar a donde
habíamos ido no estaba muy distante, no mucho después de caminar estábamos
nuevamente llegando al plantel y la desesperación invadía mi corazón, estábamos
a sólo unas cuadras y no soporté más, puse en el piso los costales que llevaba,
me pare en su delante y le pedí que esperara un momento, quiero decirte algo
muy importante, ella también se detuvo y con su mirada penetrante y una pequeña
sonrisa se dibujó en su rostro y con delicadeza me dijo – ¿te escucho?, mi
corazón estaba latiendo fuerte y mucho más rápido que casi no podía contenerlo,
con voz entre cortada, mirando fijamente a sus ojos exclamé: ¡quiero decirte
que te amo! Levantando su voz y borrándose esa sonrisa de sus labios me dijo.
¿Cómo?, un poco más fuerte repetí nuevamente ¡quería decirte que te amo! Sin
decirme palabra alguna, se inclinó al piso, cogió una pequeña piedra del camino
y me tiró como si se trataría de un criminal, corrí a una distancia para evitar
la pedrada, luego vino otra y otra que si no fuera por la habilidad de un
jovencito una de esas piedras hubiera dado contra mi cuerpo, ella cogió su
costal y se fue al centro educativo, mientras yo me quedé con el corazón
destrozado, tanto que no quería llegar a entregar mis costales, pedí que un
compañero me ayudará y así evité ingresar al plantel.
El siguiente lunes, mis compañeros esperaban que les
contara lo que había pasado, ellos creían que Sandra y Yo éramos enamorados,
pero lamentablemente no era así, el amor o mejor dicho la ilusión que tenía por
Sandra estaba desapareciendo. Tal vez porque no supe expresarme, porque el
profesor no nos dio esa clase o porque falté ese día, lo cierto es que cuando
exprese lo que sentía fui atacado con piedras eso mató la ilusión de mi
corazón.
Un adolescente no puede estar enamorado o mejor dicho
no comprende claramente lo que es el enamoramiento, lo que tiene es ilusión,
atracción hacia el sexo opuesto y que en el caso que hemos leído se ve
claramente que la ilusión pasó rápido, al ser rechazado por la persona motivo
de esa ilusión. En una etapa de descubrimiento, de desarrollo y de la atracción
del sexo opuesto no podemos asegurar que un jovencito está realmente enamorado,
porque esta ilusión desaparece ante cualquier actitud no correspondida o de
rechazo.
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