martes, 19 de noviembre de 2013

Primer día de Clase

Primer Día de Clase.
Retornaba al colegio después de cuatro meses, que emoción encontrarnos con nuestros amigos y compañeros de aula. El domingo fui a Arístides un amigo mucho mayor que Yo, para que me cortara el cabello, le pedí que lo hiciera pensando que me encontraría con varias amigas y tal vez una de ellas sería la afortunada para declararle mi amor, Arístides no dudo en recomendarme que cambiara de peinado, tal vez una raya al centro me dijo. Antes de eso, mi peinado consistía en peinar mi cabello para abajo y nada más, entonces con el nuevo corte y el nuevo peinado tendría mucho jale. Parece que el pronóstico del peluquero se haría realidad, cuando llegue al colegio me encontré con Sandra, una compañera de aula, la que se quedó observándome… ¡Que guapo! Exclamo, te queda muy bien tu peinado, me dijo. Muchas gracias le dije, nos saludamos con un abrazo y nos sentamos a conversar mientras esperábamos que suene el silbato para la formación. Hablamos de cómo habíamos pasado las vacaciones, ella me dijo que había viajado a Chiclayo y otras ciudades, que había conocido amigos y que había disfrutado mucho, pero que extrañaba a sus amigos y compañeros de aula. Por mi parte no había viajado a ningún lugar fuera de mi pueblo y que más bien lo había pasado trabajando en la chacra y también esperaba ansioso que llegara el inicio de las clases.
 Ese día marco el inicio de una amistad muy especial entre Sandra y Yo, en la hora de recreo nos buscábamos para conversar, debajo de un árbol de pino que había en la escuela, mirando la parte alta de la pequeña ciudad, un día, el siguiente día, el siguiente y muchos más, hasta que con la finalidad de construir más aulas cortaron el árbol de pino, testigo de muchas pláticas, susurros al oído, apretón de manos… etc. Ahora buscamos otro lugar que sería una esquina del pequeño patio de la escuela en la que jugaban los alumnos de todas las aulas, cada uno con su respectiva pelota, aunque jugaban todos en la misma cancha y a la misma hora a la vez. Allí sentados mirando a los compañeros como gastaban sus energías corriendo cada cual tras una pelota hasta que suene una vez más el silbato o la orden de “se acabó el recreo” y todos corríamos a nuestra aula con el deseo de que el día siguiente nos volveríamos a encontrar.
Tuvimos muchas conversaciones, hablamos de muchas cosas, nos hicimos muchas preguntas, nos contamos anécdotas y todo lo que podíamos, pero nuca pude decirle lo que mi corazón sentía en silencio. Un día el profesor nos dijo que teníamos salir a las chacras de los vecinos para traer paja, esto servía para fabricar los adobes utilizados en vez de ladrillos para la construcción. Después de llenar cada uno los dos costales de paja iniciamos camino de regreso al Centro Educativo, como buen caballero me ofrecí ayudar un costal a Sandra, la que accedió gustosamente; con un grupo de compañeros nos quedamos al final de toda la comitiva, Yo pensé que era la oportunidad para decirle a Sandra todo lo que estaba sintiendo en mi corazón, trate de caminar muy lento con la finalidad de separarnos un poco del grupo y así quedar a solas para poder expresar mis sentimientos, cuando estaba por hablar me sentía sin fuerzas y no podía decir palabra alguna, lo intente una y otra vez pero los nervios y lo tímido que era no me permitían expresarme. Como el lugar a donde habíamos ido no estaba muy distante, no mucho después de caminar estábamos nuevamente llegando al plantel y la desesperación invadía mi corazón, estábamos a sólo unas cuadras y no soporté más, puse en el piso los costales que llevaba, me pare en su delante y le pedí que esperara un momento, quiero decirte algo muy importante, ella también se detuvo y con su mirada penetrante y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro y con delicadeza me dijo – ¿te escucho?, mi corazón estaba latiendo fuerte y mucho más rápido que casi no podía contenerlo, con voz entre cortada, mirando fijamente a sus ojos exclamé: ¡quiero decirte que te amo! Levantando su voz y borrándose esa sonrisa de sus labios me dijo. ¿Cómo?, un poco más fuerte repetí nuevamente ¡quería decirte que te amo! Sin decirme palabra alguna, se inclinó al piso, cogió una pequeña piedra del camino y me tiró como si se trataría de un criminal, corrí a una distancia para evitar la pedrada, luego vino otra y otra que si no fuera por la habilidad de un jovencito una de esas piedras hubiera dado contra mi cuerpo, ella cogió su costal y se fue al centro educativo, mientras yo me quedé con el corazón destrozado, tanto que no quería llegar a entregar mis costales, pedí que un compañero me ayudará y así evité ingresar al plantel.
El siguiente lunes, mis compañeros esperaban que les contara lo que había pasado, ellos creían que Sandra y Yo éramos enamorados, pero lamentablemente no era así, el amor o mejor dicho la ilusión que tenía por Sandra estaba desapareciendo. Tal vez porque no supe expresarme, porque el profesor no nos dio esa clase o porque falté ese día, lo cierto es que cuando exprese lo que sentía fui atacado con piedras eso mató la ilusión de mi corazón.

Un adolescente no puede estar enamorado o mejor dicho no comprende claramente lo que es el enamoramiento, lo que tiene es ilusión, atracción hacia el sexo opuesto y que en el caso que hemos leído se ve claramente que la ilusión pasó rápido, al ser rechazado por la persona motivo de esa ilusión. En una etapa de descubrimiento, de desarrollo y de la atracción del sexo opuesto no podemos asegurar que un jovencito está realmente enamorado, porque esta ilusión desaparece ante cualquier actitud no correspondida o de rechazo. 

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